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Andrés Muñoz Blázquez Director de BI en VISEO Iberia
Vivimos en una era donde el volumen de información crece a una velocidad sin precedentes. Cada transacción, cada interacción digital, cada sensor conectado genera datos. Sin embargo, la gran pregunta que muchas organizaciones deberían hacerse no es cuántos datos tienen, sino qué hacen con ellos. El verdadero desafío no está en la tecnología, sino en la capacidad de las empresas para convertir los datos en decisiones inteligentes.
La gestión del crecimiento de datos no se resuelve con más herramientas, sino con un cambio de mentalidad. Muchas compañías aún carecen de una visión estratégica sobre el valor del dato. La solución pasa por la formación, un liderazgo orientado a la evidencia y la creación de una cultura data-driven en todos los niveles de la organización.
Los datos provienen de múltiples sistemas —ERP, CRM, IoT, redes sociales— y su integración sigue siendo un reto técnico y operativo. Apostar por plataformas de integración modernas, procesos ETL avanzados y soluciones de interoperabilidad es clave para disponer de una visión única y fiable del negocio.
Datos duplicados, inconsistentes o mal estructurados minan la confianza en los análisis. Modelos de Data Fabric, sistemas PIM o procesos de validación automatizados ayudan a garantizar que los datos sean completos, coherentes y utilizables. La gobernanza del dato debe dejar de ser un concepto abstracto para convertirse en un pilar de la estrategia empresarial.
Tener datos no basta. Se necesita talento capaz de analizarlos y traducirlos en conocimiento accionable. La demanda de científicos de datos, analistas de negocio y arquitectos de datos no deja de crecer, y la inversión en formación y equipos especializados es hoy una ventaja competitiva.
La protección de los datos es una obligación legal y un factor de confianza. Evaluar riesgos, cifrar información, controlar accesos y realizar auditorías periódicas son medidas básicas exigidas por el RGPD y la LOPDGDD. La seguridad debe entenderse como un proceso continuo, no como un checklist.
El crecimiento exponencial de los datos requiere infraestructuras capaces de escalar con eficiencia. Soluciones como la nube híbrida, los Data Lakes y el almacenamiento distribuido permiten manejar grandes volúmenes sin comprometer el rendimiento ni la seguridad.
La inteligencia artificial (IA) ha pasado de ser una promesa a un motor real de valor en la gestión de datos. Automatiza tareas, mejora la calidad de la información y posibilita análisis predictivos y prescriptivos. En sectores como el financiero, por ejemplo, permite detectar fraudes o prever desviaciones presupuestarias antes de que ocurran.
Pero su éxito depende de una base de datos bien gobernada: políticas claras, roles definidos y una arquitectura escalable. La IA no opera en el vacío; potencia la estructura existente y a la vez depende de ella para ofrecer resultados fiables y éticos.
Entre las tendencias que marcarán este 2025 destacan los modelos de lenguaje especializados (SLMs), la inferencia causal, la gobernanza responsable de modelos y el uso de datos sintéticos para entrenar algoritmos sin comprometer la privacidad.
Un proyecto de datos no comienza con la elección de una plataforma, sino con un diagnóstico honesto: saber dónde están los datos, quién los usa y qué valor generan. A partir de ahí, se deben definir objetivos estratégicos claros, priorizar casos de uso con impacto rápido y establecer indicadores de éxito.
El siguiente paso es diseñar un modelo de gobierno con roles bien definidos (Data Owners, Stewards, Comité de Gobierno), políticas y estándares claros, y un plan de comunicación que garantice la adopción cultural. La implementación debe ser progresiva y ágil, con entregas incrementales y una medición constante de resultados.
Y, sobre todo, ningún proyecto de datos triunfa sin el apoyo del C-Level. La dirección debe entender que la gestión del dato no es un asunto técnico, sino estratégico.
Aunque no hay una receta universal para la gobernanza del dato, los modelos más eficaces comparten ciertos fundamentos:
El valor de los datos no está en su volumen, sino en la capacidad de las organizaciones para gestionarlos estratégicamente. La IA puede amplificar la inteligencia humana, pero solo si los datos están bien gobernados.
Como suelo decir en las conferencias: la pregunta no es si tenemos datos suficientes, sino si los estamos usando para reaccionar… o para anticiparnos.
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